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La vez que el David descubrió la Bienal de las Esculturas

Por primera vez lo vio todo desde lo más alto, se trataba de la primera Bienal Internacional de las Esculturas que presenciaba desde que llegó a Resistencia. El acto inaugural lo puso frente a frente con las banderas de los países participantes que ondeaban en la mañana fría de julio.
El primer día, mientras la banda tocaba canciones patrias y los funcionarios se disponían a decir las palabras iniciales, el David comenzaba a descubrir por qué Resistencia es conocida como la ciudad de las esculturas.
Durante los nueve días que duró la Bienal, vio cómo miles de personas entraban al Domo del Centenario. Entraban solas, en grupo, para trabajar, para hablar con los escultores, para pasar una tarde diferente, una tarde esperada.
Los primeros días fueron fríos, pero con el pasar de la semana el sol hizo notar su presencia. Ya no se veían personas con camperas, aparecieron los termolares y hasta los escultores hacían pausas para hidratarse o tomar algún helado. Pese a la temperatura cambiante, la gente nunca dejó de llegar.
Pronto, el David fue usado como punto de encuentro. "Te estoy esperando en el David", decía una persona que luchaba por encontrar un poco de señal en un mar de gente que complicó por momentos las comunicaciones.
También le sacaban fotos, muchas fotos. Fotos de día y fotos de noche. Fotos solo y fotos acompañado de niños, mujeres, hombres, grupos. Todos querían su foto con el David.

El ruido del metal siendo trabajado se mezclaba con los rumores de los visitantes, el esfuerzo artesano, la música en vivo y el entusiasmo de los emprendedores.
Así, se encontró con el mejor lado de los chaqueños, que mostraron admiración y también respeto hacia las esculturas. Hacia las viejas, las nuevas y las que estaban tomando forma en vivo. Con cuidado, apoyaban sus espaldas en las obras de arte para disponerse a tomar mates, a charlar o a descansar un rato. Los niños jugaban alrededor, para ellos cada escultura era una inmensidad donde podían esconderse.
El David fue testigo por primera vez y también fue protagonista. El calco de la obra de Miguel Ángel Buonarotti, de 5,17 metros de altura, se convirtió en la escultura número 668 en Resistencia.
En el último día, escuchó desde lejos la premiación y celebró que la obra "Tiempo" de Solveiga Vasiljeva se consagró ganadora. ¿Qué pasaría después? habría que dejar ir esas obras que nacieron en poco más de una semana y a la vista de todos. Pronto viajarían para habitar su destino definitivo en las calles de la ciudad.
En esos días, todo lo que soñó Fabriciano Gómez se hizo realidad: "Cuando el David esté en el Chaco, no habrá necesidad de atravesar el océano".
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